jueves, 4 de noviembre de 2010

Política exterior y defensa nacional

Por estos días se rememoran y ocurren varios sucesos que llaman a una profunda y seria reflexión. Hace 107 años, el 3 de noviembre de 1903, Panamá declaró su independencia de la República de Colombia. Hace 25 años, el 5 de noviembre de 1985, se realizó la toma del Palacio de Justicia en Bogotá por parte del grupo insurgente M – 19 con desenlace trágico. Ayer miércoles, la presidente de Costa Rica, la señora Laura Chinchilla denuncia ante la comunidad internacional la toma ilegal por parte de las Fuerzas Armadas nicaragüenses de parte de su territorio, la isla Calero.

Estos eventos nos recuerdan que las relaciones internacionales y domésticas son dinámicas, inestables y están marcadas por una animosa competencia entre los distintos actores que participan en estos escenarios.

La existencia de un Estado capaz de proveer bienes y servicios y satisfacer la amplia gama de demandas de los habitantes que ocupan su territorio, está signada por la existencia de verdaderas y serias políticas públicas de exteriores y defensa nacional. Sin éstas, la seguridad al interior de las fronteras es más difícil de suplir. Sin ellas la proyección de la influencia del poder nacional a nivel regional y mucho menos global, no es posible.

Hace 107 años la descoordinación y el desconocimiento presentes en las elites nacionales provocó un desmembramiento más del territorio nacional colombiano. Hace 25 años la inexistencia de unas condiciones básicas requeridas para contar con el monopolio de la violencia por parte de la institucionalidad, provocó un holocausto más en un país henchido de holocaustos. Hoy vemos al Estado nicaragüense, que cuestiona la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia en el Mar Caribe, usando la fuerza para resolver una disputa similar con un país vecino, Costa Rica.

A todos estos acontecimientos podemos dar un enfoque legalista. Afirmar que el derecho internacional condena intervenciones como la norteamericana en Panamá y Nicaragua en la isla Calero, y también, especialmente por el desconocimiento a los mínimos aceptables en el desarrollo de los conflictos armados, se podría condenar jurídicamente el accionar del M – 19 y, valga decir, también de la fuerza pública colombiana por la forma en que se realizó la retoma del Palacio.

Desafortunadamente el enfoque legalista no tiene dientes. El enfoque legalista se estrella contra la fuerza, no sólo de las armas y de la violencia, sino de la tozuda realidad.

En pleno siglo XXI, el de los avances tecnológicos y científicos, el de las libertades y garantías, muchos suponen que el derecho es la herramienta que nos protege de amenazas y nos sirve de muletilla con nuestras debilidades. La realidad es otra. Es la fuerza o la amenaza creíble del uso de ésta, la que nos defiende de amenazas y corrige nuestras debilidades.

Apoyados sí, en el derecho internacional y en las herramientas e instrumentos legales que pululan en nuestra época, los colombianos como sociedad, nación y Estado debemos encaminarnos seriamente hacia la construcción de unas políticas públicas de exteriores y defensa nacional que nos lleven a defender la soberanía nacional, proteger a los habitantes e instituciones públicas y privadas y proyectar regional y globalmente nuestro poder nacional de potencia media que somos.

Un debate que colabore en este sentido es la meta de POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA NACIONAL.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La carrera por la Casa Blanca arrancó ya

Tal como lo habían indicado la mayoría de las encuestas, los republicanos tomaron el control de la Cámara de Representantes que habían perdido cuatro años atrás, mientras que los demócratas mantienen la mayoría, aunque ya no posee las dimensiones de una super mayoría (60 escaños o más) como la obtenida en 2008.

Estos resultados, además de los arrojados por las carreras gubernatoriales y los senados estatales, marcan el inicio de la campaña por la Casa Blanca que se dará en noviembre de 2012.

Aunque hay ciertas voces dentro de las líneas demócratas que piden que el lugar del presidente Obama en el tiquete de su partido sea desafiado, estos no son más que llamados desesperados y rabiosos pero poco pragmáticos. El descontento por las actuaciones del presidente es real, especialmente desde las alas más liberales del partido del burro, pero su propuesta de cambio en el tiquete es irreal porque no hay una figura con el suficiente peso para retar efectivamente al ocupante de la Oficina Oval.

Por su parte, los republicanos, ganadores de la noche (aunque como lo ha dicho de manera algo conmovedora el casi seguro futuro Speaker de la cámara baja, el representante John Boehner, no hay mucho que celebrar en un ambiente negativo para los Estados Unidos signado por la crisis económica y social), cuentan con grandes retos a vencer, especialmente a su interior para retornar a la Casa Blanca dentro de dos años.

El primero y más importante de esos desafíos consiste en evitar que el choque al interior del partido entre los pragmáticos (centristas) y el movimiento del Tea Party, se alargue en el tiempo y deje seriamente dañada la imagen y la agenda del Gran Old Party (nombre con el que se conoce al partido republicano en EUA). Una vez superado ese choque, está la cuestión de definir cuál va a ser la estrategia en el congreso de los republicanos frente a la administración Obama. ¿Van a bloquear cada una de las iniciativas que promueva el ejecutivo? ¿O van a buscar llegar a algunos acuerdos, en temas en los que el presidente podría tener una posición afín, incluso con el Tea Party, como es el tema de la influencia de los grandes intereses corporativos en Washington y la manera de sacar adelante el proceso legislativo en el que las sinecuras cuentan con un rol central?

Para las presidenciales de 1948 y de 1996, los presidentes demócratas Truman y Clinton se enfrentaron a congresos de mayoría republicana que habían adoptado estrategias de parálisis legislativa, teniendo como resultado sendos triunfos demócratas en la Casa Blanca. No obstante, la estrategia “decir no a todo” del partido republicano puede llegar a ser provechosa electoralmente si el desempleo y otros indicadores centrales de la economía norteamericana no repuntan en los próximos 24 meses.

Buena parte de los analistas apuntan a que la carrera electoral para el 2012 va a girar alrededor de la defensa del presidente Obama de sus reformas centrales (salud, financiera y estímulos económicos, quedando pendiente eso sí inmigración), mientras que los republicanos, bajo la égida del “no” van a luchar en contra del Gran Gobierno, el cual nace, supuestamente, de iniciativas como las impulsadas por el ex senador de Illinois. Empero, el lugar en donde Obama podría recuperar la iniciativa política estaría en la agenda exterior. Cuando Reagan tuvo este mismo retroceso político en el 82 (había sido elegido en 1980) apuntó sus esfuerzos hacia una vibrante política exterior en Europa y en el mundo en general. Esto podría significar hasta cierto punto un posible aventurerismo norteamericano. La tentación (opción) está para el presidente y sus asesores.

Aunque no necesariamente esa iniciativa internacional debe estar marcada por la profundización o iniciación de un conflicto armado, es una posibilidad que no se puede descartar. Corea del Norte ha probado ser un Estado agresivo e inestable. Irán busca constituirse en una amenaza directa a la preeminencia norteamericana y de sus aliados en una región estratégica del planeta.

El caso de Richard Nixon puede ser un ejemplo interesante a tener en cuenta por parte de Obama. Durante su primera presidencia (1969 – 1973), Nixon se encontraba empantanado en Vietnam, una situación similar a la del actual presidente con respecto a los conflictos en Irak y Afganistán. A mediados de 1972, faltando meses para disputar su permanencia en el cargo, el presidente republicano sorprendió al mundo, no sin alzar críticas por parte de muchos, incluso al interior de su propio partido, al llevar a cabo lo que vendría a conocerse como la apertura de la China comunista.

Arriba se señalaba a Corea del Norte y a Irán como posibles blancos bélicos. Estos dos mismos regímenes podrían ser también el blanco de interesantes y no exentas de riesgos iniciativas de política exterior que buscaran un acomodamiento con estos, para así reducir la inestabilidad en cada una de sus regiones, algo que no va en contravía de los intereses estadounidenses. Nixon ganó en 1972 con el 60% del voto popular y en el colegio electoral Massachussets y el Distrito de Columbia fueron los únicos que no le entregaron sus votos al presidente republicano. Una victoria total. ¡Ah¡ y la economía estaba endeble, había una fuerte crisis social y la guerra de Vietnam continuaba.

Arranca la carrera por la Casa Blanca. Va a estar que hierve y como para coger balcón. ¡Bienvenidos!