jueves, 8 de diciembre de 2011

Petro y la EEB: fallos en su liderazgo

Sin duda uno de los objetivos que el alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro, se ha planteado como derrotero dentro de su administración, será llegar a pisar múltiples callos. Especialmente los de los poderosos. No cabe duda que esa era su motivación al anunciar, no ya en su programa de gobierno, sino ante una de las tribunas más leídas en Colombia: la entrevista de Yamid Amat en el diario El Tiempo de los domingos, su intención de fusionar en una sola entidad al Acueducto, la Energía y las Telecomunicaciones de la ciudad en una sola gran entidad liderada indiscutiblemente por el Distrito Capital.

Después de hechas estas declaraciones, la Bolsa de Valores de Colombia vivió una tormenta bursátil de dimensiones realmente atemorizantes. La Energía, EEB, perdió más del 15% de su valor en dos días y en el tercero tuvo que ser detenida su transacción en bolsa. Telecomunicaciones, ETB, cayó también, pronunciando a la baja su ya depresivo precio. Los representantes del mercado de valores y los detractores del futuro alcalde, lo acusaron de ser el responsable de un supuesto detrimento patrimonial y de crear pánico financiero. Petro ha salido a defenderse, y a atacar, anunciando que han sido los especuladores financieros los responsables de la caída en el precio de la acción y señalando que el interés en los bonos de la EEB, el caso más sonado, ha caído levemente, casi a la par que la bien ponderada EPM, que es el modelo al que en buena forma apunta el alcalde de Progresistas con su propuesta de fusión.

Ayer jueves se cumplieron 70 años del ataque japonés a Pearl Harbor, acción militar que conllevó al total involucramiento de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. El presidente de la época de ese país era Franklin Delano Roosevelt quien es recordado especialmente por su New Deal y su formidable liderazgo durante la conflagración mundial. No obstante, cabría recordar el rol que jugó FDR durante los largos años de preguerra y durante los dos primeros años de la confrontación.

Hitler y Roosevelt llegaron al poder con una diferencia de poco más de 60 días y para el presidente estadounidense el Führer era una amenaza mortal para la propia Alemania, para Europa, para los Estados Unidos y en general para la totalidad de la civilización occidental. El pueblo que lideraba FDR se encontraba preocupado por la grave crisis económica y social que sufría desde 1929 y lo que pasara a más de 5 mil kilómetros de distancia poco o nada le importaba. Roosevelt ha sido el único ciudadano estadounidense en obtener una tercera y cuarta elección como mandatario. Su fijación con Hitler era profunda desde el principio de su mandato, pero Roosevelt comprendía a la perfección el espíritu de su pueblo y por lo tanto nunca presentó la idea del peligro que representaba Hitler como una amenaza directa para los Estados Unidos. De haberlo hecho con insistencia, de haber azuzado a los norteamericanos para involucrarse en la SGM desde su inicio como el lo consideraba necesario, lo más seguro es que no hubiera obtenido esa tercera y cuarta elección ni tampoco la segunda.

FDR fue prudente y estratégico. Entendió a la perfección que debía liderar a su país hacia un destino de amplias responsabilidades pero no lo lanzó "a la guerra" de manera inmediata. Se podría decir que sedujo a sus conciudadanos con una maestría tal que llegado el momento, el acto casi que quedó presentado como si fuera la opinión pública en general la que clamaba por el involucramiento de su país en la guerra. Ocho largos años, !ocho¡, se mantuvo FDR en el poder sin manifestar abiertamente sus claras preferencias antinazis. La prudencia y el pensamiento estratégico fueron la marca de su estilo de gobierno.

SIN EMBARGO no hila delgado al traer a colación esta reflexión. Aunque las situaciones son radicalmente distintas, el espíritu de los estadistas y líderes exitosos resulta escalofriantemente similar. Acá no se trata de señalar si la mejor opción para Bogotá es contar con sus empresas de servicios públicos como las propone el alcalde electo, o si como están hoy están muy bien o si simplemente existe una tercera opción que resulta ser la adecuada y acertada. Lo que se desea resaltar es que el alcalde debe ser mucho más estratégico, serio y por lo tanto efectivo, a la hora de presentar sus propuestas y programas.

Resultaría ingenuo de su parte esperar que los agentes de los mercados bursátiles se hayan leído su programa de gobierno y es más ingenuo esperar que esos mismo agentes no reaccionarían de la manera que lo hicieron después de semejantes declaraciones. No había que ser un insider para saber que los mercados no veían con buenos ojos la llegada de Petro a la alcaldía. ¿Era necesario confirmar dichas "sospechas"?

Este episodio le ha dejado a Petro, así no lo quiera dejar ver de esa manera, no más que un gigantesco e innecesario dolor de cabeza. La prudencia parece no ser una virtud de Petro y esta es fundamental para hacer los grandes cambios que éste se proponga. Ahora, si su objetivo es ser el mandatario más transparente en la historia del Palacio de Liévano, ¡allá él! Pero no cabe la menor de las dudas que le hará el trabajo más fácil a sus detractores, más difícil a su propio gobierno y en medio de este embeleco los ciudadanos: ¡ahí bien, gracias!

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