jueves, 15 de noviembre de 2012

Patos que no son patos (o sobre los enredos colombianos alrededor de su “conflicto”)


Patos que no son patos (o sobre los enredos colombianos alrededor de su “conflicto”)

Escribe el defensor del pueblo, el señor Jorge Otálora, al ministro de la defensa, el señor Juan Carlos Pinzón, que las Bacrim, bandas criminales, deben ser denominadas como grupos armados ilegales, es decir, deben ser cobijadas por las reglas que rigen al Conflicto Armado Interno, CAI, colombiano.

Este es un debate que ha retomado el defensor del pueblo y enhorabuena. Básicamente lo que este funcionario le dice al ministro es que las Bacrim son elementos más que delincuenciales debido a que “cuentan con una organización armada, con mandos jerárquicos, con capacidad para reclutar y entrenar a los miembros… con la habilidad para coordinar operaciones de tipo militar y ejercer control sobre un territorio”. Estas son características que el Derecho Internacional Humanitario reconoce como propios de una parte en los conflictos armados.

Otálora busca que con este reconocimiento las Fuerzas Militares comiencen a fustigar y atacar a estas organizaciones, ya que hasta el día de hoy, esta responsabilidad recae de manera exclusiva en la órbita de la Policía Nacional, y debido a la real capacidad de fuego de las Bacrim, esta institución se queda, por decir lo menos, corta para enfrentarlas.

Según el diario El Tiempo, Otálora agrega en su comunicado de 30 páginas para el ministro, como quien no quiere embarrarla, que este reconocimiento de ninguna manera significaría que estas bandas criminales entrarían “a ser parte de los actores del conflicto armado colombiano”. ¿Cómo así?

Hacen como patos, caminan como patos, ¿pero no son patos?    

Yo quiero creer que un señor como Otálora, ex vicefiscal general y prestante abogado penalista, que no internacionalista, percibe la crasa contradicción que surge de sus declaraciones. Lo que sí sé, es que en Colombia en general existe una magna confusión acerca del tema que nos trasnocha y nos retiene, como es el del “conflicto”.

Lo pongo en comillas porque acá trabajamos con, no una definición sino dos. Una, que es la más usada, común y aceptada, y la ponemos en minúsculas: acá lo que hay es un conflicto interno que es armado y que es político, social y económico. Tirios y troyanos hablan de él. Lo tenemos tan metido debajo de la piel que aquellos que dicen que no existe, a cada rato de alguna forma lo terminan reconociendo. El caso emblemático es el del señor Uribe Vélez, que se gastó su gobierno negando la existencia de este conflicto pero al mismo tiempo con su discurso negacionista enviaba el mensaje de que con las Farc comienza y se acaba la vida en Colombia.

“La culebra hay que matarla... todavía está viva” nos advertía, todavía lo hace, con gran insistencia. Uno sí tiene que llegar a preguntarse, si es posible que una cosa tan omnipresente en la vida y objetivos de un país no tenga alcances profundos en sus esferas políticas, sociales y económicas.

La segunda definición, es sin duda la minoritaria y es la del Conflicto Armado Interno, CAI, la cual es una categoría jurídica creada por mecanismos legales como el Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra, del año 1977. Esta busca regular, óigase bien, regular, no dar fin, no explicar, no justificar, sino simplemente regular los conflictos armados. Pero, no sé si por nuestra vena santanderista, de alguna forma esto lo convertimos no solo en la esencia de nuestro “conflicto”, sino también de nuestra vida política y social y económica.

Acá nos tenemos que dejar de pendejadas, o más claro, de vainas. ¿Existe CAI? Sí. ¿Las Farc y Bacrim hacen parte de ese CAI? Sí. ¿Existe conflicto o conflictos sociales, políticos y económicos? Sí, ¿en dónde no? Cómo existe CAI y conflicto, ¿hay que negociar con las Farc? Uno preferiría que no, pero por nuestro enredo conceptual, acá nos gusta hacerlo. Es como tratar de impedir que un macaco detenga permanente sus actividades onanistas al aire libre. Es sencillamente imposible. Cómo existe CAI y conflicto, ¿hay que negociar con Bacrim? ¡Dios santo!, esperemos no llegar a ese exabrupto y no confundir que siendo estas efectivamente partes del CAI, no tienen nada que decir con sus armas en la forma como construimos y regimos nuestra democracia.

Es solo un pequeño debate.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario