miércoles, 16 de noviembre de 2011

Posibilidades de un nuevo enfoque contra las drogas

Salió este domingo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en The Observer, semanario hermano del mucho más conocido The Guardian (ambos ingleses) realizando una llamativa avanzada mediática previa a su visita al gobierno de Su Majestad la Reina Isabel II. Advierte el presidente colombiano que su viaje busca promocionar la inversión inglesa así como mostrar la nueva cara de su país. Los días en que Colombia era identificada como una nación en franco estado de descomposición política e institucional han dado paso a unos apreciables números positivos económicos y ha unos indicadores sobre seguridad ostensiblemente mejores a los de hace una década.

Aprovechó, de paso el presidente, para mover nuevamente el debate sobre el enfoque de la guerra mundial contra las drogas, diciendo:


Advirtiendo eso sí, que esta transformación debía ser producto de una coordinación global de políticas públicas debido a que:


Hecha la muy importante y pragmática advertencia, Santos se aventuró a hablar de manera concreta sobre cuáles podrían ser las modificaciones que el enfoque de la guerra contra las drogas podría sufrir y que serían bien recibidas por su administración, y otras como la de México, indicando que:


Como lo señalan en la pieza, el discurso del presidente en esta materia es llamativo. Habla francamente sobre la necesidad/posibilidad de cambiar el enfoque hacia la marihuana, algo que ha tomado mucha fuerza, especialmente en algunos de los estados de la Unión Americana como California, en donde en 2010 se realizó una votación, (ver Proposición 19) que buscaba legalizar varias actividades relacionadas con el cannabis pero perdió por 10 puntos porcentuales (45%-55%). Para las elecciones de 2012 es casi seguro que estas propuestas electorales se volverán a presentar y no sólo en California sino en otros estados de la Unión.

Pero más impactante aún resulta ser su llamado a la discusión por un tratamiento similar al de la marihuana para con la cocaína que es sin duda la droga más dañina para la institucionalidad colombiana.

A propósito de su entrevista con el mandatario colombiano, The Observer lanza en ese mismo fin de semana un severo editorial en contra de la clase dirigente inglesa titulado The war on drugs and the shameful silence of our politicians. Señala el semanario que en círculos privados los políticos más influyentes y experimentados dicen simpatizar con una nueva discusión sobre la legalización de las drogas:


Podría pensarse que es poco lo que queda en la política inglesa de las lecciones de valentía y por sobre todo liderazgo dejadas por Winston Churchill. Ahora bien, lo que quizás sucede es que la transformación del enfoque no será lograda por medio de los argumentos políticos, morales e incluso de salubridad pública, sino por las lógicas económicas que se están imponiendo durante estos días de crisis.

De un lado se encuentran las consideraciones fiscales. Cuando son ingentes los recursos que están siendo dedicados a perseguir, juzgar y encarcelar a cientos de miles de personas que no son más que simples consumidores o traficantes de poca monta como las tristemente célebres "mulas", que en la mayoría de los casos son personas que además de contar con exiguos recursos, poseen antecedentes de violencia inmaculados, lo que se logra es abrir un serio boquete en el heraldo público, y quizás más alarmante, una considerable destrucción de capital intelectual y humano, difícilmente recuperable.

Del otro, como lo señala The Observer en su editorial, ahora en Inglaterra, y más importante aún, en los Estados Unidos, los hombres de negocios están comenzando a preguntarse ¿por qué, en lo referente a las drogas sicotrópicas, no se puede darle paso a los capitalistas en vez de los carteles?

The Economist lleva 20 años casi de manera continua intentando poner el tema sobre la mesa. Hace seis años Forbes, la biblia de los negocios norteamericana, adquirió la misma tónica al publicar 500 nombres de empresarios que favorecían en una u otra forma la regulación del mercado de las drogas.

Concluye The Observer:


Esta deducción podrá ser cierta, pero a todas luces para SIN EMBARGO, no es la única variable que explica significativamente las resistencias existentes en los grandes centros de poder a una seria revisión y modificación del actual enfoque que se tiene hacia la lucha contra las drogas.

En Proposición 19: ¿doble moral estadounidense o algo más? se afirmaba que la estructura del sistema político estadounidense es la responsable de que el gobierno federal se comporte conservadoramente en algunos asuntos, uno de ellos el de las drogas como la marihuana y la cocaína, comparado con algunos de sus estados como el de California.

Como en el senado de la Unión todos los estados cuentan con dos sillas, sin importar su extensión territorial o demográfica, se tiene un escenario en el que los senadores que representan aproximadamente el 11% de la población total norteamericana, pueden detener cualquier tipo de legislación (especialmente las altamente controversiales que conllevan en su interior profundos debates entre lo urbano y lo rural, lo cosmopolita y lo provinciano, lo progresista y lo conservador), ya que para que esta sea exitosa se necesita la denominada supermayoría de 60 escaños de 100 existentes.

Es decir que cuando presenciemos un estado de cosas en el que nos encontremos seriamente atentos para cuando el dinero hable ("money talks"), existirá aún un formidable obstáculo para evadir, y este será la estructura del sistema político estadounidense que tiende a ser muy conservadora y rígida.

El intento del presidente Santos es loable y esperemos que no cándido. Es inteligente al señalar en su encuentro periodístico con The Observer, que:


Pero para que su ejercicio de comunicación no se quede sólo en eso, es preciso que tenga en cuenta las dificultades que se posan sobre la transformación en el enfoque hacia las drogas, tales como el tirante sistema político estadounidense y la tradicional irrelevancia colombiana, y por lo tanto de sus problemas, en el sistema mundial.

Para combatir esta última, además de reducir los índices de violencia, atraer inversión extranjera y mejorar la situación social y económica de los colombianos, la administración Santos debe fortalecer la política exterior nacional no sólo entregando visibilidad a los temas que interesan al país y a su gobierno, sino por sobre todo creando una estrategia compleja, aterrizada a la realidad e incluso inspiradora y valerosa.

SIN EMBARGO desea sospechar que Haití, Israel-Palestina, debate drogas y el renovado liderazgo regional hacen parte de dicha estrategia. Pronto se podrá analizar qué es lo que exactamente se traen entre manos Juan Manuel Santos y su canciller María Ángela Holguín.

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