Este discurso es muy similar al que en los Estados Unidos desde mediados de los años 1980 viene impulsando con gran ímpetu la derecha de ese país, especialmente por medio de la cadena de noticias Fox News Network. Su argumento gira en torno al enunciado de Richard Nixon sobre la existencia de una mayoría silenciosa, conectada a la realidad nacional y mundial, en clara oposición a una muy beligerante y vociferante minoría liberal y progresista. Esto sucedía a finales de los años 1960 cuando la Guerra del Vietnam y la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos se encontraban en el epicentro del debate político.
Vietnam y la segregación racial han dejado de ser los temas centrales pero el debate sobre la gran mayoría de los temas de la vida nacional norteamericana, han girado fuertemente bajo esa lógica. Esto, desde el punto de vista de la derecha.
Como se puede desprender de la introducción de esta entrada, el debate en Colombia, desde el punto de vista del uribismo, contiene una lógica muy similar a la de la derecha norteamericana: un grave problema que debe enfrentar la sociedad de sus respectivos países consiste en el alejamiento de las élites, que son casi que por naturaleza progresistas y liberales, de las realidades del hombre de a pié.
Este debate es de gran preponderancia. Es de gran interés para los expertos en política, sociología y medios. Y es de permanente actualidad. SIN EMBARGO tiende a converger en las apreciaciones de los uribistas y los conservadores americanos pero quizás sin tanta pasión y de manera menos concluyente.
No obstante, muy de vez en cuando aparecen comentarios que aportan argumentos al punto de vista de la grosera desconexión de las élites. Para muestra un botón.
Publica el diario El Tiempo en la sección editorial de su edición dominical una columna de Peter Singer titulada ¿Se deben prohibir los cigarros? en donde entrega argumentos conducentes a una respuesta positiva hacia el interrogante que plantea.
Este filósofo australiano, profesor de la Universidad de Princeton, en donde por demás estudiaron y/o trabajaron personajes de talla y reconocimiento mundial como Woodrow Wilson, Albert Einstein y John Nash, y Humanista del año en Australia en 2004, nos dice que, entre sus razones se encuentra el carácter altamente adictivo de la nicotina que traen los cigarrillos, el altísimo número de muertes, 443 mil al año sólo en los Estados Unidos, que ha causado su consumo y el engaño a la opinión pública que han montado las principales tabacaleras al ponerse de acuerdo desde mediados del siglo pasado para mentir sobre las enfermedades y adicción que su producto conlleva.
Para Singer no son suficientes los 600 millones de dólares que la FDA (Agencia de Alimentos y Farmacéuticos por sus siglas en inglés) propone invertir en el siguiente lustro en campañas de prevención y concientización debido al componente altamente adictivo de los cigarrillos.
Tampoco es válido el argumento de que el cigarrillo no debe ser prohibido porque es una droga que sólo le hace daño a quién la usa. Ésto no es legítimo por el daño que provoca el humo de segunda mano, especialmente sobre los niños en las casa de los fumadores.
Podría argüirse que hasta este punto suena lógico e incluso necesario el enfoque prohibicionista de Singer. Pero es allí donde queda en evidencia la señalada desconexión con la realidad. Afirma el pensador que en el caso del cigarrillo no habría entuertos con los fenómenos de criminalidad que existen bajo la prohibición de otras drogas como la marihuana, coca y los opiáceos, entre otros, porque, oigase bien, "muchos fumadores quieren dejar el tabaco". ¡Descubrimiento sensacional! Como si a ningún adicto a la cocaína, la heroína, las drogas de diseño o el mismo alcohol, en la vida, se le hubiera pasado por la cabeza detener su vicio. ¡Vaya filosofo!
Por supuesto nuestro intelectual no hace la más mínima referencia a qué haría si alguien, yendo contra natura, por supuesto, se le ocurriera sembrar unas "maticas poquitas" de tabaco para venderlas a uno o varios abominables y viciosos fumadores. ¿Persecución estatal, encarcelación, todas las anteriores? ¿Considerara nuestro amigo que los nimios 600 millones de dólares de la FDA podrían más bien direccionarse al Departamento de Justicia o a la DEA para hacer cumplir esa prohibición?
Singer nos cuenta que fundamenta sus comentarios en el "próximo 'best-seller'" del historiador de las ciencias de Stanford, Robert Proctor, titulado "Golden Holocaust: Origins of the Cigarette Catastrophe and the Case for Abolition" y nos indica que "gran parte" de la investigación de Proctor proviene de "más de 70 millones de páginas de documentos" de la industria tabacalera.
Ese océano de manuscritos probablemente le impidió a Proctor y a su seguidor Singer ver más allá de lo evidente. Cualquier habitante de Colombia o México puede hablar, sin muchas estadísticas pero con sentido común, acerca de los resultados nefastos que dejan los ejercicios prohibicionistas sobre las drogas.
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