Cuando uno como
que se está cargando
de tigre contra
el presidente Santos
por lo del famoso proceso
de paz y por lo que entonces pueda empezar a suceder en Oslo, la sangre hierve y surge
la pregunta, "¿a qué
horas y por
qué fue
que terminé
votando y apoyando a Juan Manuel Santos?" Y este
se lo recuerda a uno, nuevamente. Rápidamente a veces. Como que sin querer
queriendo.
“Usted terminó votando por Juan Manuel Santos porque
es un
extraordinario jugador de póker”.
Durante la campaña y la construcción de su
carrera y su perfil político, el asunto del póker apareció constantemente y era
utilizado mayoritariamente para atacarlo: timador, embaucador,
arriesgado y
apostador o tahúr.
Estos son algunos rasgos característicos de los
jugadores de cartas, pero en realidad la referencia al póker va mucho más
lejos, puntualmente va al rasgo de analista complejo y agudo.
Edgar Allan Poe escribía sobre los jugadores de cartas, especialmente los realmente buenos, en la parte introductoria de Los crímenes de la calle Morgue, una de sus fabulosas Historias extraordinarias, que:
"[n]o cabe duda
de que no existe nada de similar naturaleza, como [las cartas], que ponga tanto
de relieve la facultad de análisis... la pericia en [las cartas] implica
capacidad de éxito en todas aquellas empresas más importantes donde la mente
lucha contra la mente. Cuando hablo de 'pericia', me refiero a la perfección
en el juego que incluye comprensión de 'todas' las
fuentes [que son numerosas, multiformes e inaccesibles al entendimiento vulgar] que
produzcan legítimas ventajas... es en el terreno situado más allá de
los límites de las simples reglas de juego donde se pone de
relieve la capacidad del analista... El conocimiento necesario se basará en 'qué'
observar. Nuestro jugador no se limita en absoluto; ni tampoco porque el juego sea
el objeto, rechaza deducciones de cosas ajenas al mismo".
Este recordatorio de que Santos es un gran analista no surge de algo que sepa este comentarista sobre el proceso de paz mencionado arriba, sino de una información que va a pasar desapercibida en medio de la inmensa marea de noticias provocadas por la rueda de prensa en Oslo que dio inicio a las negociaciones entre el grupo armado ilegal y el Estado colombiano.
Dicha información señala que el presidente
Santos escribió el prólogo de la traducción al español del best-seller de
Dan Senor y Saul Singer titulado Start-Up Nation: The Story of
Israel's Economic Miracle, en el que los autores buscan
dilucidar cómo
pudo Israel, una pequeña nación en términos
geográficos y demográficos, sin recursos naturales, rodeada
de enemigos y en constantes guerras, convertirse en la meca mundial de las
empresas de
alta tecnología, tecnologías limpias, patentes médicas, biotecnologías, además
de software, seguridad
cibernética y telecomunicaciones. La única nación que en algunos de estos
campos supera en volumen de inversión a los israelitas, son los Estados
Unidos. En los demás casos, por ejemplo, Europa e India juntas,
se encuentran rezagadas frente al Estado de Israel.
Este es el Santos de avanzada. Este es el Santos
que incluye en su plan de desarrollo como una de sus locomotoras a la
ciencia y la tecnología. Desafortunadamente Santos, como cualquier
otro líder, no trabaja en el vacío. Y es allí cuando, quiero creer yo, tiene
que aparecer forzosamente el
Santos anticuado que se encuentra anclado en el pasado. El que tiene que buscar
cómo esparce la mermelada por toda la tostada, teniendo que utilizar ese
sofisma de distracción en que se ha convertido el argumento de la
equidad, usado con sevicia por los politiqueros y los
gobiernos para poder alinear
a los primeros.
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