Como
estamos en una democracia, no solo son bienvenidos sino necesarios, los
pronunciamientos provengan de donde provengan y que busquen aportar ideas y
soluciones a los distintos asuntos y problemas que nos afectan como país. Por
lo mismo, como somos una democracia, no solo son bienvenidas sino necesarias,
las críticas que se hagan a dichos pronunciamientos.
En
razónpública.com, la revista digital de la Fundación Razón Pública, fundada y
liderada por Hernando Gómez Buendía y buena parte de una gran camada de
intelectuales colombianos, publicaron hace una semana una “[d]eclaración
pública de centenares de artistas, profesores, investigadores, periodistas y
líderes comunitarios que respaldan el proceso de paz que comienza”.
Siempre
ha resultado desconcertante a los ojos de este comentarista que buena parte de
los líderes intelectuales de este país, por no decir la abrumadora mayoría,
pueden equivocarse tanto a la hora de apreciar un tema, además uno tan
omnipresente en nuestra realidad y de tanta importancia.
Primero:
“…proceso de paz que comienza”. Lo de Oslo no es ningún proceso de paz. Uno
podría enredarse (prolongarse) bastante echando el cuento de que qué es esa
cosa de la “paz”. Pero eso sería para otras numerosas entradas. Lo que se debe
resaltar con insistencia es que lo de Oslo son unas negociaciones para dar fin
al Conflicto Armado Interno colombiano. Con mayúsculas porque este es un
término encuadrado en las categorías jurídicas desprendidas de los Convenios y Protocolos
de Ginebra y que tienen por fin regular la guerra. Ni siquiera resolver los
conflictos sino regularlos, teniendo como principios guías la búsqueda de la
humanización de los mismos.
Esta
aclaración es necesaria porque, que esto lo digan en “Muy Buenos Días” o en
“Sweet” no pasa de ahí. Es desafortunado, por supuesto, que la opinión pública
no tenga claro qué es lo que ocurre en el país en que viven, pero es
perturbador que la intelligentsia
tampoco.
Segundo:
después de dar apoyos, consejos y observaciones, en el último punto, nuestros abajo firmantes, como más de cien, no sé
si dándose cuenta o no, se ponen del lado de las Farc. De la ilegalidad. “Una
paz negociada implicará reformas substanciales que afronten” el desorden tan
macho que tenemos hoy y desde hace rato. Como la agenda arranca con el tema
rural, “desarrollo agrario integral”, a la luz del debate público, se debe
abordar “el análisis de temas como la superación de la
pobreza rural, la democratización de la propiedad de la tierra, la relación
agricultura-minería, la reconversión de tierras dedicadas a la ganadería, la
inversión extranjera, la reprimarización de la economía, las reservas
campesinas, la seguridad alimentaria y la protección de los recursos naturales”.
Esto fue publicado cuatro días antes de que alias
Iván Márquez sacara su discurso acusador en Oslo, el jueves pasado. No es
nuevo, pero las coincidencias entre el discurso de este grupo armado ilegal y
buena parte de los formadores de opinión, resulta por decir lo mínimo curioso.
Justifican el accionar de las Farc. Como consecuencia lógica, las “reformas
substanciales” deben ser abordadas en la agenda de negociación. Y por último,
es más una inferencia propia pero considero no desatinada, se desechan los foros
naturales y legales, que no legítimos quizás, pero legales al fin de cuentas,
como el congreso e incluso los medios de comunicación, al encontrar óptima la
presencia de las Farc en una mesa frente al Estado, para poder “analizar”, ergo
resolver, los problemas señalados arriba.
Yo acá no vengo a pontificar. Me llama sí la
atención el pragmatismo de estos intelectuales, por lo menos la mayoría de
ellos, a la hora de enfrentar a los ilegales de las Farc, póngale usted los
adjetivos adicionales que quiera, y la rectitud y radicalidad con que
enfrentaron hace unos años a las, ilegales también, y póngale también los
adjetivos que quiera, Autodefensas Unidas de Colombia. Para mí, eso no es solo
falta de rigor intelectual y científico, si se le quiere dar mucha pompa al
asunto de la ciencia política, sino
también falta de seriedad y congruencia.
Para seguir discutiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario